Si algo interesante nos ha aportado el Coronavirus, es haber sabido poner al descubierto dos de nuestras más interesantes emociones, los apegos y los desapegos, donde nada puede expresarlos mejor que la posibilidad de perder eso que más amamos y apreciamos. Los apegos expresan el valor que una persona, una relación, un conocimiento, un momento, un lugar o una cosa, entre otras muchas posibilidades, tienen para quien siente el apego y el temor a perder dichas relaciones, el desapego.
Por qué son tan importantes esas emociones, la razón es obvia, están ligadas a la posibilidad de garantizar nuestra supervivencia y la calidad de la misma. Su falta o carencia nos llena de miedos, incertidumbres e inseguridades con respecto al futuro, inmediato y lejano. Con las relaciones humanas percibimos como obvios esos apegos y desapegos; el seno materno, sin el cual no sobreviviríamos ni un año de vida, los abrazos que nos transmiten afectos y seguridades si bien, su ausencia no nos impide vivir, si ponen en el alma importantes lazos de confianza que nos permiten predecir esa vida y su calidad, el conocimiento va adquiriendo valor con el tiempo y es el coadyuvante perfecto para saber decidir qué es eso que nos conviene decidir en un momento dado y aumentar la supervivencia.
Pongo aparte las relaciones con las cosas, aunque no por eso dejan de ser importantes, una cobija caliente en una noche helada es garantía de no morir de frío, una bandeja de frutas sustituye al seno, una nevera conserva en el tiempo el importante alimento, un libro conserva nutrientes para el alma del saber, la ropa y un sombrero nos protege de quemar nuestra piel por los efectos del sol radiante, una estufa pone a nivel de nuestra temperatura corporal una buena sopa. El repaso puede ser infinito frente al valor de las cosas. Ni hablar de eso que significan las cosas, sus propiedades, los activos, para el sostenimiento de una familia, una empresa, por pequeña o grande que sea.
Cuidar las cosas y los activos son señal de querer garantizar su importante valor para la supervivencia personal, familiar o empresarial. Empezar a reconocer la importancia de generar apegos positivos con nuestros activos debe ser una tarea importante en la vida cotidiana. Elevar los niveles de consciencia sobre el valor que representan en la calidad de vida, nos va a permitir evaluarlos para tomar decisiones sobre su adquisición, cuidado, mantenimiento y conservación y, qué mejor que nuestra plataforma LeSIGA para que nos ayude a hacerlo y nos permita reconocer el valor de nuestros apegos y el momento de los desapegos.
Por supuesto, no hay que exagerar y poner algunos de esos apegos por encima del valor de las otras relaciones, con la familia, con los gerentes de nuestras empresas, con los trabajadores. Saber discernir, al respecto, es la clave del buen vivir.