Se acaba un nuevo año, este 2020 y los activos me siguen dando importantes lecciones, no todas provenientes del coronavirus, aunque este sigue teniendo mucho que ver, sigue con las riendas en la mano. Esta vez fue idea de un amigo, muy apreciado, quien me hizo caer en cuenta de la existencia de otro tipo de activos, los cuales en estas fechas tienden a buscar expresarse con toda intensidad, más aún cuando el bendito coronavirus les ha impuesto barreras a su expresión y aprovechamiento, besos y abrazos, quedaron prohibidos, sus dos formas más intensas de expresarse.
Son los activos afectivos, así es. Esos activos que hemos ido adquiriendo como consecuencia de nuestras relaciones interpersonales aunque, también, pueden adquirirse con otro tipo de relaciones, las que establecemos con las otras muchas expresiones que la vida se inventó para sorprendernos. También, las cosas mismas que nos ofrecen momentos muy agradables, crean activos afectivos.
Tomar consciencia de su existencia, en este cierre de año, igual que hacemos con los otros activos, podría llevarnos a querer hacer un balance de los activos afectivos que hemos logramos conservar, de los nuevos que llegaron a nuestras vidas, los que perdimos, se fueron o nos abandonaron. Muchas sorpresas podemos llevarnos con este balance, igual que nos pasa cuando lo hacemos con los otros activos.
Veamos algunos ejemplos de activos afectivos. Empecemos por reconocer que es posible que el aislamiento impuesto nos haya llevado a mejorar el conocimiento sobre nosotros mismos ¡Vaya activo tan importante! Sin duda muy valioso poder reconocer el significado y valor de cómo nuestra actitud, determina que podamos conservar la salud y la vida frente a esta gran amenaza. Lavarnos las manos y ponernos el tapabocas para salir a la calle ya no es cualquier cosa. La vida empezó a depender del cuidado que tengamos con nosotros mismos.
El reencuentro entre esposos, esposas, compañeros, obligados a permanecer encerrados entre las cuatro paredes, sin poder escapar hacia la oficina cuando se ponen difíciles las cosas, obligando a muchos a ser muy creativos para encontrar la solución amorosa requerida para salvar la relación. Valioso activo.
Y ni hablar de los activos afectivos que se crearon y restablecieron con los niños y las niñas, todo el día en casa. Se me ocurre que tal vez su creatividad sobrepasó los límites esperados, creando una riqueza inesperada que puede ser el sustrato para hacer de la vida lo que nos merecemos como personas, familias, sociedad y humanidad, Tal vez, el coronavirus, con el susto que nos pegó, nos esté ayudando a dejar de ser una especie en peligro de extinción al hacer que revaloremos los activos afectivos y, si hacemos lo mismo con los otros activos que poseemos, entenderemos al fin que es la verdadera riqueza.2