Repasando la historia, el hombre primitivo, así como muchos niños, no conocían ni manejaban el dinero, sus necesidades y deseos los atendían haciendo trueques. Tarea nada fácil, generalmente se atraviesan las benditas limitaciones “me encanta tu IPAD. Y a mí tu balón de futbol firmado por James. Si pero papá no nos deja hacer el cambio.
Aparece, de pronto lo inesperado, el concepto de valor. Un compañero de universidad, Carlos Pereira, me enseñó que valor es la dimensión arbitraria, objetiva o subjetiva que le damos a todo aquello con lo cual nos relacionamos. Puede que para las niños de la historia IPAD y balón tengan el mismo valor, objetivamente hablando y de ahí la posibilidad de sugerir hacer el trueque. No obstante, no pasa lo mismo con el papá del niño quien tiene por el balón con la firma de James, así éste esté usado y lleno de suciedad, un gran aprecio. Su valor subjetivo radica en la admiración que tiene por el famoso jugador y el valor del IPAD ni se le acerca al valor subjetivo que él le da a su admiración por James.
Este ejemplo nos lleva a pensar en ese valor subjetivo u objetivo que tienen las cosas para nosotros, cuando de pensar en hacer trueque se trata. Antes, en las primeras eras de la humanidad, era un poco más fácil, tal vez, caracoles de colores podrían ser cambiados por piedras muy duras, útiles para convertirlas en armas para cazar y así conseguir comida, de hecho, la palabra salario tiene una interesante historia, la sal, en su momento, era un alimento fundamental para complementar la dieta. Como era difícil de conseguir en ciertas comunidades, en Europa, se hacía trueque de trabajo por sal y de ahí viene la palabra salario, casi podríamos decir que su valor histórico se conserva, aunque ya con nuestro salario, conseguimos mucho más que sal, la cual ha perdido su valor por la industrialización de la misma.
Hoy en día se está presentando un problema y es que debemos quedarnos en casa, reduciendo la posibilidad de generar salario, dado que no todas las personas pueden salir a trabajar a la calle o generar ingresos para sostener sus familias, sus empresas, grandes medianas o pequeñas. Parece necesario, entonces, volver a pensar con la inteligencia del hombre primitivo y los niños, volver al trueque, tal vez, muchas cosas adquiridas cuando sobraba el dinero, hoy en día tengan menos valor subjetivo y hasta objetivo, frente a ciertas urgencias y ¿Qué tal aprovechar la tecnología para poner a disposición de un fanático del fútbol el balón con la firma de James y cambiarlo por el IPAD que requiere el niño para asistir a sus clases virtuales?